Los dos organismos más importantes del fútbol alemán, junto a los clubes, se pusieron de acuerdo en que se necesitaba un cambio. Entonces, comprometieron a los 36 equipos, entre la primera y segunda división que conforman la Bundesliga, para crear academias de formación de futbolistas.
Tres años después del acuerdo se puso en marcha un programa de desarrollo de talentos que busca identificar promesas y educarlas. La primera medida que toman es potenciar las inferiores de los clubes de primera y segunda, prohibiéndole, a cualquier club que no invierta en las divisiones de base, participar en la Bundesliga. La segunda medida, y quizás la más importante, es la formación de los entrenadores. La DFB creía que “sin profesores formados resulta imposible conseguir resultados”, comentó Robin Dutt, director deportivo de la Federación, quien además agregó: “Antes, cualquier jugador profesional que triunfaba en un equipo pasaba a entrenar a los sub-17 sin formación ni conocimiento y nos dimos cuenta que ese no era el funcionamiento correcto ya que ser un buen jugador no te convierte en un buen entrenador”.
El foco de interés y aprendizaje se centró en las federaciones de Francia y España, dominadoras absolutas, hasta ese entonces, del fútbol juvenil. Lo que más les atrajo fue el sistema de captación y formación de talentos, además del esquema de juego y la habilidad técnica por sobre la potencia física.
En la actualidad, Alemania cuenta con unos treinta mil entrenadores con licencia B de la UEFA y más de mil con licencia Pro, que son las que se necesitan para poder dirigir al más alto nivel.
En cuanto al sistema de trabajo, el mismo se engloba en las Escuelas de élite del fútbol (Eliteschulen des Fußballs) que consisten en siete etapas de formación. Comienzan con niños de entre 6 y 7 años que hacen entrenamientos a base de juegos de movimientos, hasta el perfeccionamiento de los jugadores profesionales, más o menos a los 21 años. Estos siguen un proceso progresivo que inicia en los clubes locales y aficionados, pasan por la tercera y segunda liga hasta ascender a la Bundesliga. De manera paralela, los jugadores se desempeñan en las diferentes divisiones de los equipos nacionales, como lo hicieron Schweinsteiger, Götze, Reus, Draxler, Schürrle, Müller y Lahm. Todos empezaron desde niños. Sus nombres, junto a otros como Neuer, Khedira, Podolski y Özil, son referentes de la evolución del fútbol en Alemania. Además, un dato no menor es que las selecciones juveniles y la mayoría de los clubes, se comprometieron también a jugar como el primer equipo alemán, hecho esencial para conocer en detalle las funciones dentro del campo.
El entrenamiento es muy sacrificado. Consta de un año entero de preparación con solo cuatro semanas de descanso. Las horas de trabajo aumentan desde los doce años, cuando lo hacen por doce horas semanales, hasta las 18, aproximadamente, entre los 18 y 19 años.
Este cambio en la política dirigencial de la DFB, y en particular de los clubes, trajo como consecuencia que la Liga alemana crezca en virtud de los jugadores formados en los propios clubes y no a partir de compras en el extranjero. Uno de los datos más alentadores al respecto, se desprende de la final de la Liga de Campeones de 2013, que disputaron Bayern Múnich y Borussia Dortmund, con 26 jugadores, entre ambos equipos, que eran producto de las academias germanas.
Al respecto, Dutt explicó: “Si quieres conseguir a un chico africano o brasileño te cuesta dinero. Es mucho más económico para todos hacer crecer a tus propios jugadores alemanes”.
La DFB atendió cada una de las excentricidades de Joachim Löw porque confiaba en él. Desde que se sumó al equipo de trabajo de Jürgen Klinsmann en 2006, como segundo entrenador luego de que el goleador alemán le asegurara: “No soy tu jefe. Estamos en el mismo barco”, introdujo un plan de entrenamiento intensivo de ejercicios destinados a aumentar la velocidad mental y física, tanto individual como colectivamente, porque detestaba el modelo teutón: “Como jugador llegué a odiar los métodos de entrenamiento alemanes. Los balones medicinales me hacían sufrir”.
Así fue que el juego cambió. Se hizo más elástico y fluido, con posesiones largas y sin la dependencia de un jugador emblema. Lo importante es el equipo y la pelota. Algo parecido a lo que hizo Pep Guardiola en Barcelona y Bayern Múnich, cuidar la posesión y procurar que los jugadores no tengan un lugar fijo en el campo.